Jackie se giró y la miró muy seriamente, a los ojos.
—No
puedo seguir aguantándolo. No puedo ver como haces planes de futuro sin
contarme en ellos. No soporto oírte hablar de chicos que te tendrán entre sus
brazos y saber que no seré yo.
La
chica se quedó callada. Su gesto era de sorpresa.
—Pensaba...
que eramos amigas, solamente, que no te importaba— musitó.
Jackie
sonrió con condescendencia.
—Claro
que me importa, todo lo que tiene que ver contigo lo hace. Y somos amigas, pero...
no puedo posponerlo más. Quiero que salgas conmigo.
— ¿Cómo?
No puedo. Somos amigas, buenas amigas. Lo nuestro no puede funcionar. Además, ¿qué
dirían todos?
La
muchacha se acerca y la mira. Siempre que estaban así Jackie sentía el impulso
de dejarse llevar y besarla, pero solía contenerse, no sin esfuerzo.
—No
tienen por qué enterarse, lo llevaremos en secreto. Nunca sabrás si puede funcionar
si no lo intentas. Quizás salga bien. Y si no, aquí me tendrás. Nunca te dejaré
sola.
Ella
suspiró, azorada. No quería admitir que a veces veía su relación como algo
bastante fuera del contexto de la amistad. Su amiga tenía cosas que a veces
eran de todo menos amistosas.
— ¿Por
qué no te rindes nunca?
Jackie
sonrió con ternura.
—Porque
eres la chica más increíble que he conocido. Cuando lloras, cuando ríes, cuando
te enfadas... y porque es más lo que me arriesgo a perder si desisto. Lo
siento, soy así. No puedo dejar de querer a alguien como tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario