jueves, 31 de marzo de 2016

The Versatile Blogger Awards

Hola a todos, os preguntaréis de que trata esta entrada. Enseguida os lo explicaremos. 

                               

"The Versatile Blogger Award" es una iniciativa que se ha puesto de moda entre los blogs últimamente y ya que hemos sido nominados, que menos que seguir con la tradición. Antes de nada, le damos las gracias a Leila Bentahar, bloggera de http://danzadelfuegooscuro.blogspot.com.es/  y lectora consagrada de nuestro blog. Gracias, Leila :)

Las normas de esta iniciativa son muy sencillas:

   · Darle las gracias a la persona que te nominó
   · Decir 7 cosas sobre el autor o autores del blog
   · Nominar a blogs con pocos seguidores
   · Dejar en su blog un comentario diciendo que los has nominado
   · Nominar a unos cuantos blogs

Y ahora sin más dilación, pasaremos a decir 7 cosas de cada uno de los miembros de Papiros de Guerra. Allá vamos:

                             JASP:

1. Tengo otro blog aparte de este, Inkdreamers. En Papiros de momento solo subo relatos, mi especialidad
2. Siempre tengo muchas ideas, pero poco tiempo para darles forma. Es mi "si-no" del     escritor.
3. En el futuro quiero hacer poesía 
4. Empecé a escribir relatos a los 18 años
5. Mi seudónimo, Jasp, viene por uno de mis personajes, concretamente mi primer   personaje
6. Me gusta innovar en lo que escribo, darle un enfoque diferente a temas muy usados, aunque claro eso solo lo hago en las historias.
7. A parte de escribir, mis aficiones favoritas son leer e investigar mitología

                             SHIRLEY:

1. Mi seudónimo, Shirley, viene por un afán tremendo hacia Shirley Poppy, un personaje de la saga Fairy Oak. En casi todo lo que escribo, la mayoría cosas fatales, encontrarás la palabra "tóxina" a modo de firma.
2. Siento que soy un hada en este mundo gris. Me ahogo. Me gustaría volver a mi hondonada de las hadas algún día.
3. No me dura el mismo color de pelo un mes entero, ADORO LOS COLORES Y, CUANTO MÁS EXTRAVAGANTES, MEJOR.
4. Estoy totalmente enamorada de Japón; de sus anuncios, de su cine, de su historia, de su moda. Me gustaría destacar que soy una apasionada del estilo lolita, esas faldas y esos vestidos son puro arte. Adoró llevarlos.
5. Tengo heterocromía. Mis ojos son verdes y marrones.
6. Soy fotosensible, si me da el sol o algún foco de luz muy potente de forma prolongada, me salen unas heridas horribles... Ser pálida no ayuda mucho tampoco.
7. Al principio intenté que no se supiera el sexo de Shirley, pero ya se me ha escapado algún adjetivo femenino alguna que otra vez por lo que... Si, soy chica.

                           RANDOLPH:

1. Me gusta más la literatura clásica que la literatura actual, de hecho una gran parte de los libros que leo son de autores muertos.
2. Mi género favorito es el terror.
3. Me encanta lo dulce, soy un goloso en lo referente a comida.
4. Adoro a los animales.
5. Odio que me metan prisa.
6. Me encantan los videojuegos, sobretodo en el ordenador.
7. Mi seudónimo, Randolph, viene de Randolph Carter, un personaje creado por uno de los maestros del terror, H. P. Lovecraft.

                           MASACRE:

1. Tengo un grupo de Thrash Metal llamado Kammerjäger, en el cual soy cantante.
2. Mi seudónimo viene de uno que usaba para jugar a los videojuegos online.
3. Me fascina ser politicamente incorrecto, es un tema recurrente en mis composiciones, sean del tipo que sean.
4. Me gusta analizar la muerte desde diversas facetas: el suicidio, los homicidios y las causas de estos.
5. Me gusta usar un trasfondo fatalista en las composiciones.
6. La música extrema es la única que de verdad me llena.
7. Me encantan los relatos y siempre que puedo les doy esa estructura a mis temas. Quiero hacer algo en relatos cortos, ligados entre sí.

                              HIPATIA:

1. Empecé a escribir cuando estaba en primaria.
2. Escribo para conocerme y para salvarme a mí misma.
3. Cuando me publiquen mi primer libro, me consideraré poeta.
4. Evanescence me ha influido de la misma forma que la literatura. Siempre será así.
5. Me fascina el arte, la música y me encanta cultivar mi mente con nuevos conocimientos.
6. Las experiencias más duras me han ayudado a crecer.
7. El humor negro es humor inteligente. Me encanta.

                          JOSÉ ALBERTO:

1. Comencé a escribir nada más empezar a ver la estructura del mundo en su esencia.
2. Me gusta saborear cada línea y cada letra de la literatura.
3. No tengo género literario favorito, todos son especiales para mí a su manera.
4. Me gusta que la gente razone y haga autocrítica de sí misma.
5. Intento ser siempre constante.
6. No me gustan los seudónimos, aunque lo que importa es la persona y no el nombre.
7. Pienso que sin literatura no existiría el ser humano.


Espero que con esos pequeños detalles de nosotros mismos nos conozcáis un poco mejor. Ahora para terminar solo nos queda la lista de nominados, estos son nuestros elegidos:

          · Inkdreamers
         · Los solitarios versos de la luna
         · Letras de plumas negras
         · We are smiles aways from home

Eso es todo, ¡hasta la próxima!

miércoles, 23 de marzo de 2016

Relato - Preparación

En la aldea el ambiente estaba tranquilo. Los niños pequeños estaban jugando  bajo la atenta mirada de sus madres, los niños mayores jugaban y de vez en cuando hacían alguna travesura, los hombres trabajaban  para hacer prosperar la aldea… Lo típico y usual de cada día.
Un chico corría alegremente con algo en sus manos hacía la cabaña más grande y más extraña de la aldea para ver a su amigo. El interior de la cabaña estaba iluminado por unas pocas velas y  en sus estantes estabas puestos diversos frascos de los más variados colores y formas. Olía un olor extraño, pero relajante por los múltiples inciensos.  También había un enorme caldero que rezumaba un líquido burbujeante y humeante de un extraño color anaranjado.
En el fondo de la misteriosa cabaña había una percha, donde reposaba una enorme lechuza blanca que le miraba con sus grandes ojos. El chico fue hacia ella.
— ¡Hola, Orzu! —dijo con una animada voz infantil—. Te he traído un regalo.
El chico abrió sus manos revelando su contenido,un pequeño cadáver de un ratón gris, que el mismo había cazado recientemente con su pequeña cerbatana.
La vieja lechuza lo miró y lo agarró con su pico, después inclinó un poco hacia abajo su cabeza, como si estuviera agradeciendo el obsequio. Inmediatamente se dispuso a comérselo tranquilamente.
De repente el infante oyó una puerta de la cabaña abrirse y unos pausados pasos acompañados de una afable voz que sonaba en tono de reproche.
—Gaal, muchacho. Si le sigues dando de comer tanto  al viejo Orzuelo, le voy a tener que conseguir una percha más resistente —dijo la voz.
Gaal miró hacia la puerta que daba al exterior  de la cabaña. Apareció un anciano de ancha estatura, de alegre rostro que lucía una larga y grisácea barba que le llegaba casi hasta su cintura. Vestía una túnica de un color azul marino atada con un cordel,  en el cual llevaba una hoz de oro y un pequeño saco de tela marrón. Tenía un racimo de muérdago en la mano.
—Aunque claro… Yo tampoco soy nadie para hablar de eso —dijo el anciano alegremente, entre risas, mientras se daba palmadas en su gran barriga.
El chico lo miró con una gran sonrisa y corrió hacia él.
— ¡Hola, Druida Refireo! —exclamó el niño—. Te estaba buscando.
El pequeño Gaal esperó pacientemente a que el druida dejase en una vieja mesa loque había recolectado en el bosque y se sentara en su sofá, soltando un sonoro suspiro de agotamiento.
—Lo siento, hijo, fui a recoger muérdago y otras cosas. Porque en días como este el muérdago…
—…es un poderoso contraveneno —continuó Gaal  la frase antes de que Refireo pudiese acabarla.
El anciano soltó una carcajada y esbozó una pequeña sonrisa.
—No esperaba menos de mi mejor alumno y ayudante.
Efectivamente, el druida era unos de los pocos sabios ancianos de la aldea que daban clase a los niños. Por su parte, él era el encargado de enseñar a los niños a leer y escribir aparte de las enseñanzas más básicas sobre la naturaleza. Refireo siempre defendía la idea de que vivir en una aldea no significa forzosamente que sus habitantes tengan que ser unos bárbaros sin cultura. La labor de los sabios de la aldea era enseñar a los niños nociones de la vida, por si querían marcharse de la aldea cuando fuesen adultos para buscar su propia suerte.Esto era beneficioso para la aldea, ya que los habitantes que se marchaban,a veces volvían de visita con recursos como alimento que no podían conseguir, telas exóticas, juguetes para los más pequeños, libros (objeto que Refireo apreciaba bastante), etc.
De todos los niños a los que el viejo Refireo daba clase,Gaal era el más aventajado, por eso a veces le ayudaba al druida acompañándole al bosque, para reunir ingredientes para sus brebajes y medicamentos.
El viejo Refiero, aparte de maestro de los pequeños, era a la vez el druida de la aldea. Su misión no era otra que crear pócimas y medicamentos para curar a los aldeanos o cualquier otra cosa.
El anciano habló al cabo de unos segundos de silencioso descanso.
—Oye, hijo. En unos días cumples diez años, ¿verdad? —dijo Refireo.
—Sí, sí —dijo el pequeño—. ¿Qué me tienes preparado, druida Refireo?
 Después de unos segundos en silencio, el druida miró atentamente a Gaal y dijo:
—Una tarea muy importante —dijo finalmente el anciano.
Gaal soltó un enorme resoplido de decepción. Iba a protestar pero, antes de que pudiese hacerlo, el druida levantó su mano y rió entre dientes.
—Un momento, muchacho. Antes de que me muerdas, te diré algo. Esta tarea tiene recompensa y una muy especial.
— ¿Qué es? ¿Qué es? —dijo el pequeño brincando en el sitio.
—Te la mostraré cuando realices esta tarea. Esta noche ven a mi cabaña y te daré instrucciones. Pero primero pídele permiso a tu madre, tampoco tengo la intención de asustarla… Oye, Gaal, ¿eres un chico valiente? —le dijo Refireo, echándole una mirada desafiante.
— ¡Podría vencer a cualquier malvada bestia sin esfuerzo! —dijo Gaal, hinchando el pecho de orgullo y con soberbia.
—Pues venga, ve y prepara tus cosaspara la aventura de esta noche —dijo el druida con un gesto.
El chico se marchó de la cabaña, corriendo para llegar pronto a su casa y pedirle la autorización a su madre. El druida le vio marcharse y con un fuerte suspiro se dijo a sí mismo:
—Confío en que salga bien…

miércoles, 9 de marzo de 2016

Relato - El juego del ascensor

Siempre fui un fanático de las leyendas urbanas. Me fascinaban las leyendas de distintos países del mundo, por eso investigaba sobre ellas. Dentro de las leyendas urbanas existen un subgénero llamado "rituales" o “juegos”. Este tipo de historias cuentan paso a paso cómo realizar una especie de ritual. Los fines con los que se realiza dicho ritual o “juego” son muy diversos: conseguir algo, ver el futuro… La principal razón por la que se realizan este tipo de “juegos” es para experimentar la tensión y la adrenalina de una auténtica experiencia totalmente diferente, incluso de terror absoluto; aún a riesgo de poner en peligro la vida o el destino de la mismísima alma del incauto “jugador” que realice dicho ritual.
Esto que me sucedió lo contaré solo para a disuadir a los curiosos, para que no realicen la estupidez que yo cometí, solo por querer experimentar una experiencia inolvidable. Porque, en efecto, fue una experiencia verdaderamente inolvidable
Fue una tarde como otra cualquiera. Yo estaba tranquilamente sentado frente mi ordenador, leyendo distintas leyendas urbanas de un foro de internet. Mi atención fue captada por una leyenda urbana originaria de Corea. Se llamaba “el juego del ascensor”.
Quise realizar el juego, porque desde mi punto de vista parecía ser seguro, a diferencia de otros terroríficos y peligrosos rituales que leí. El edificio donde vivo tiene doce plantas, y yo vivo en la quinta. De este modo pensaba que sería perfecto realizar este ritual.
Me subí al ascensor en la primera planta. Llevaba conmigo mi móvil para grabar el suceso. El juego era sencillo: solo tenía que pulsar una combinación de botones para ir a diferentes plantas, tomando el ascensor desde la primera de ellas. Empecé pulsando el botón del cuarto piso; luego pulsé el botón para descender al piso segundo; a continuación pulsé el botón para subir al sexto piso; le volví a dar al botón del segundo; después pulsé el piso décimo; luego al botón del quinto piso, donde yo vivía; y finalmente volví a descender al primer piso.
Si me hubiese salido del ascensor del quinto piso y regresado a la seguridad de mi hogar para olvidar aquella maldita locura…; pero no lo hice, y cada día de mi vida me arrepiento de no haberlo hecho.
Cuando pulsé el botón de la planta primera, el ascensor no descendió a esa planta. Subió lentamente, yo tenía el corazón en un puño, no creía que eso funcionaría. Me temblaban las manos, intentaba encender mi móvil para tomar fotos y vídeos de aquella experiencia, pero el móvil no se encendía.
El ascensor se paró en el décimo piso. Sus puertas se abrieron lentamente y pude observar algo increíble.
El pasillo del décimo piso estaba oscuro. Podía ver algo en la oscuridad gracias a la tenue luz de la luna en la ventana. Parecía como si el edificio hubiese estado abandonado durante décadas. Había vigas que colgaban del techo; las puertas estaban carcomidas por la humedad; las ventanas estaban rotas y bastante sucias… En el aire se respiraba un olor nauseabundo y se podía sentir en el ambiente una sensación de horror y peligro inminente.
De repente escuché un ruido que me sobresaltó, era un ruido en la lejanía. Sonaba como unos pasos pesados, como de grandes pies casi arrastrándose. El sonido sonaba cada vez más cerca.
Eché mano de la pequeña linterna que llevaba en mi bolsillo. Por algún motivo la había cogido antes de embarcarme en aquella peligrosa aventura. La imagen iluminada por la luz de mi insignificante linterna aun la conservo, grabada a fuego en mi memoria, y todavía es foco de innumerables pesadillas.
Era un hombre, o por lo menos algo parecido a un hombre, de gran y ancha estatura, mediría alrededor de tres metros. Llevaba un saco parduzco de tela en su cabeza a modo de máscara, y debajo de esta goteaba una especie de sustancia viscosa y espesa. Tenía puesto una especie de delantal grisáceo manchado de sangre. En su mano derecha llevaba un enorme cuchillo macabro que goteaba sangre; y en su mano izquierda…no pude verlo con claridad hasta que ese repulsivo monstruo me lo lanzó como si fuera un pequeño muñeco de trapo, dejándolo apenas un metro en la puerta del ascensor, donde yo me encontraba.
Cuando cierro los ojos todavía puedo ver lo que me lanzó aquel gigantesco monstruo delante de mí, una imagen que vivirá conmigo hasta el día de mi muerte. Era el cadáver ensangrentado y destrozado de un niño. Aquella pobre y pequeña criatura no debía de tener más de siete años cuando ese macabro ser lo asesinó. Su pequeña cabeza de cabellos de un oscuro color carmesí estaba abierta, pudiéndose ver su pequeño cerebro destrozado en su diminuto cráneo sangrante. Su rostro estaba pálido y sus ojos fueron arrancados de manera violenta, llevándose incluso algo de piel con ellos. Su brazo izquierdo fue también mutilado, parecía como si se lo hubiese arrancado un feroz y despiadado animal de un salvaje y diabólico mordisco. Se podía ver su omoplato roto.
Entré en pánico, le di al botón de cerrar la puerta del ascensor rápidamente. Repetí el mismo proceso de botones que me llevó a aquel diabólico pasillo. Estuve sudando y temblando, rezaba a Dios para que me llevase de vuelta a mi bloque de pisos y que protegiera mi débil mente de la locura de aquella infernal y dantesca experiencia.
La puerta del ascensor se abrió, aparecí en la primera planta de mi edificio. Era ya de noche, miré mi reloj, eran las once. Yo todavía estaba temblando y deseoso de volver a la calidez y seguridad de mi hogar. Aquella vez subí por las escaleras.