jueves, 6 de abril de 2017

Relato - Buscando a la diosa

Todo en la vida es una cuestión de vibraciones. Nos acercamos a personas que vibran en nuestra misma frecuencia y nos alejamos de aquellas que vibran en una frecuencia diferente. Existen energías que fluyen en nosotros y en todo lo que existe, energías preexistentes a la propia creación del cosmos, energías que torpemente tratamos de identificar pues el conocimiento de los antiguos chamanes, acumulado durante miles de años, se perdió en el olvido y sólo conocemos la punta del iceberg de lo que sabían nuestros ancestros. Hay una Ley Primordial que lo rige todo, todo sucede por algo, aunque no seamos capaces de entender el porqué.
Existen seres luminosos, libres de nuestras bajas pasiones e instintos destructivos, que nos impulsan a crecer y nos llevan a alcanzar niveles más elevados de consciencia. Seres que viven en un plano diferente al nuestro, en otro mundo, o como diría la ciencia moderna, otra dimensión. Pero también hay seres que se nutren de nuestros miedos, de nuestro odio, de nuestra inseguridad, de nuestras bajas pasiones, nuestra crueldad… esos seres que han sido llamados demonios, elfos negros, hadas negras, dioses reptiles, seres del bajo astral… no quieren que nos elevemos espiritualmente, sino todo lo contrario, para ellos somos únicamente su fuente de alimento. El mundo está como está porque esa entidad a la que muchos llaman Dios, no es realmente un dios benevolente, sino un demonio mesopotámico de la destrucción, que adopta diferentes máscaras para engañar a la gente. Muchos le sirven, ese ente demoniaco también está detrás del totalitarismo, de las epidemias… del sufrimiento, en definitiva. Por eso todo nos incita a estar siempre enfadados, desesperados, temerosos… pues se nutre de todas esas energías negativas.
Pero esa batalla cósmica no sólo se da a un nivel elevado que no comprendemos, se da dentro de nosotros. Los dioses, los Altos Poderes, están en nosotros mismos, igual que los espíritus salvajes, los devoradores o como quieras llamarlos, no son otra cosa que nuestros propios demonios. Alimentando a unos u a otros, les damos más poder para que gobiernen nuestra vida. Diferentes maestros espirituales a lo largo del tiempo han tratado de ayudar a la humanidad, en ocasiones esos Altos Poderes se han encarnado en el mundo físico, han tomado la forma de un avatar para indicarnos el camino, pero no siempre han sido comprendidos y en última instancia, somos nosotros mismos los que debemos descubrir el poder que tenemos en nuestro interior… y los que debemos aprender a domar a nuestros demonios.
Ahora mismo tus demonios son fuertes, tu miedo, tus inseguridades, tu tristeza… les ha dado un poder tal que han sido capaces de hundirte y casi te matan. Cuando te encaminas hacia la autodestrucción crees que es un acto que haces desde tu propia libertad, pero no es cierto. Son esos elfos negros los que te impulsan, los que se han hecho con el control de tu vida y quieren aniquilarla. Se han ido apoderando de tu energía y te han llevado al límite, ahora crees que nada tiene sentido, no ves salida… y ellos te tientan, te ofrecieron una salida falsa que tú, presa del miedo y la confusión, optaste por coger. Sin embargo no lograron su objetivo, has vuelto del Inframundo, has visto el Reino de los Muertos y has regresado. Pocos tienen esa suerte, ¡aprovecha esta oportunidad para vencerles!
Ahora mismo no ves la luz, piensas que tus problemas no tienen solución, piensas que la vida es una condena, un duro castigo que tienes que soportar… pero lo cierto es que la oscuridad no es mala, es algo necesario. Si no existiese la oscuridad,la luz nos abrasaría. La oscuridad es necesaria para buscar en nuestro interior y descubrir aquello de nosotros que no sabíamos que teníamos. No me refiero a los miedos, esos los conoces, puedes afrontarlos o no, pero los conoces. Me refiero a cualidades, buenas o malas, que hay dentro de ti y que desconocías por completo. Esas cosas nunca aparecen en épocas de luz, siempre se dejan ver en la oscuridad, si eres capaz de buscarlas. Ahora mismo no le ves solución a nada, de acuerdo, aceptemos que ahora mismo no tienes la clave, sencillamente siéntate y deja pasar el tiempo. La vida puede dar un giro de 180º de un día para otro, de un segundo para otro. No digamos ya lo que puede cambiarte la vida en un mes o en un año. Cuando menos te lo esperes algo puede cambiarlo todo y no es algo que tú controles, ten paciencia y espera.
Mientras esperas conócete a ti misma, busca en tu interior, en lo más profundo ¿qué tienes que perder? Nuestro mundo, el mundo de los vivos, es el único lugar donde la evolución física y espiritual es posible y sólo disponemos de un tiempo limitado para ello. Si escapas de los problemas o no sabes afrontarlos, todo es cíclico, volverás a tener que enfrentarte a situaciones parecidas una y otra vez, hasta que consigas vencer. Si escapas, si tomas un atajo, solo estarás engañándote a ti misma, pero no puedes engañar al cosmos. Volverás una y otra vez al mismo punto, hasta que lo superes. Es como un videojuego, no hay trucos ni forma alguna de pasar al siguiente nivel sino superas antes el nivel en el que estás. Dejar de jugar no es una opción, pues la vida y la muerte también son un ciclo y volverás a renacer y a enfrentarte a lo mismo una y otra vez.
Sé que te sientes débil, y ciertamente lo estás. Esos elfos negros, esos demonios, se han apoderado de toda tu energía, has estado a punto de morir. Pero eres más fuerte de lo que piensas, dentro de ti no solo están los demonios que hoy gobiernan tu vida. Tienes una diosa dentro, una diosa que ahora mismo está maltratada y arrodillada, pero no vencida. Es una diosa guerrera, está atrapada, esperando a que la liberes. Busca a la diosa, deja que su poder te envuelva, aprende de ella, cuídala y trátala con cariño. Te aseguro que si lo haces ella se levantará con una rabia y una fuerza que no puedes ni siquiera imaginarte, con un poder que no sabías que tenías… pero que te aseguro que tienes. La diosa se alzará y aplastará a tus demonios.
La vida no es una carga pesada, lo que pasa es que nos empeñamos en complicárnosla más de la cuenta. La vida es buena y debe ser vivida con entusiasmo y alegría. Has vuelto de entre los muertos, aprovecha la sabiduría que has aprendido en el otro lado. Está claro que no le tienes miedo a la muerte ¿por qué le tienes entonces miedo a la vida? Piensa en lo fuerte que es esa diosa que tienes dentro de ti, que incluso de rodillas, incluso golpeada y humillada, ha sido capaz de salvarte. Imagina lo que sería capaz de hacer si tan sólo la alimentases un poco. Busca a la diosa y no te rindas, porque no estás sola en esta guerra.

martes, 4 de abril de 2017

Relato - Candyvoice parte 1

—Ulises, ¡5 minutos!
—Va, cierra la puerta al salir y… ¡Vic! Gracias por darnos esta oportunidad.
—Tú asegúrate de dar un buen espectáculo y quizás no sea el último que deis con nosotros —señaló Victoria.
Una vez salió de la habitación, Victoria dejó la puerta entornada.
«Joder, ¿qué parte no se entiende de “cerrar la puñetera puerta al salir”? Bien, Ulises. No pasa nada, céntrate. Es tu primera vez con Revenge of The Tubby Custard Machine, pero no eres nuevo en esto. Sal ahí y canta cómo si fuese el último día de tu vida».
Un familiar subidón de adrenalina se apoderó de Ulises mientras subía al escenario. Un silencio sepulcral imperaba en la sala. La calma que precede a la batalla.
El tañido de los platillos, quedó ensordecido por los clamores de un enfurecido público. Los amplificadores rugían como las bestias en un coliseo.
Como una exhalación, Ulises entró en la contienda.
—¡BUENAS NOCHES, MÁLAGA! ¡SOMOS REVENGE OF THE TUBBY CUSTARD, Y VAMOS A ECHAR EL GARITO ABAJO!

—Eso es, cargad esa preciosidad con cuidado. Ulises, aseguraos de que esté todo. Nosotros nos hacemos responsables de los robos, no de las pérdidas.
—El ampli de Panda lo tienen que venir a recoger, el resto va en la furgo.
—Va, pues toma. Los 100 euros pactados y otros 12 de gasolina. Buen bolo, chicos. Estamos en contacto.
—Gracias. ¡Por cierto, Vic! Los chicos dicen de pillar unas cervezas y de irse al puerto a celebrar el éxito de hoy. Te… —Ulises tragó saliva—. ¿Te quieres venir?
—Te lo agradezco, chico, pero me van más mayores. No obstante, si algún día decido visitar la guardería te avisaré —dijo Victoria guiñando un ojo.
De repente, una de las puertas laterales de la furgoneta se deslizó. Desde dentro, una voz profundamente nasal bramó:
—Ulises, vamos, que son las 1:45 y para las 2:30 cierra Hakim la tienda.
—Ya voy, Manu. Id encendiendo el motor.
La puerta lateral de la furgoneta volvió a cerrarse. Con un candente rubor tiñendo su rostro, Ulises se volvió hacia Victoria.
—V-va, seguimos en contacto pues —señaló Ulises entre balbuceos.

Una vez se despidieron del resto de la banda, los hermanos Von Krieg se dirigían a casa. Situado en el asiento del copiloto, con aire taciturno, Ulises contemplaba la rapidez con la que se sucedían los elementos del paisaje. Un paisaje compuesto por chiringuitos y arena, escena que, ya fuese por el gran parecido entre sí de las numerosas terrazas que colindaban con la playa, o por el hecho de haber tomado unas cuántas cervezas de más, parecía repetirse. Una ligera sensación de mareo a la que no dio importancia comenzó a acuciarlo.
—Uli, no te he dicho nada pero, oye, hoy te has portado.
—Gracias. Igualmente, Gus, y no te rayes por lo de la púa, ¿va? Tocando tan rápido es normal que alguna vez se os escape.
—Hombre, el bolo ya está dado. Ya por mucho que me caliente la cabeza… no puedo hacer nada.
—Claro, tío. Además, eres bajista. Tú no te preocupes si no se te oye.
—Serás mamón…
Gustavo subió la capucha de Ulises y se la puso por encima de la cara. Ambos rieron a carcajadas.
Al cabo de un rato, la ligera sensación de mareo dio paso a unas imperiosas ganas de regurgitar.
—Gustavo, no me encuentro bien —imploró Ulises—. Creo que voy a vomitar.
—¿Puedes aguantar hasta que lleguemos a casa? —preguntó Gustavo inquisitivo—. Ya queda poco.
—No lo sé.
—Pero hombre, haber dicho algo antes.
—Ya, pero es que antes si me encontraba bien.
Gustavo aceleró. Tomó la curva rápido, demasiado rápido. Gustavo frenó. La furgoneta perdió el control, rompió el borde del quitamiedos. La furgoneta se precipitó al vacío.