miércoles, 27 de julio de 2016

Poesía - Ahogo en silencio

Ya aparece el color del mar
sobre el fresco cielo tempranero
aue asesina sin razón ni piedad
el inquieto sueño de un sudor en enero.

Ya conquista el silencio la calle,
acompañado de una brisa cómplice
mientras unos ojos aguardan a que llame
la voz de un tirano convincente.

Ya resuena fresco un esclavo martillo,
sumido en un silencio inexistente,
que hace llorar a una piel curtida
pecadora de su propia mente.

Más la hipocresía jamás desiste
en callar el vuelo de tu mente
porque ya la voz no existe
ya se ha ido para siempre.

viernes, 15 de julio de 2016

Relato - El señor Cabeza

El verano había llegado, y con él las voces alegres de los niños en aquel pequeño pueblo. En las calles se podían escuchar a los niños jugando alegremente, libres de sus obligaciones escolares. Todos los niños habían esperado ansiosos la llegada del verano.
Sin embargo, lo que más les entusiasmaba del verano no eran los juegos o el poder quedarse despiertos hasta muy tarde, sino la llegada de un singular personaje. Todos, tanto niños como mayores, iban por las noches al espectáculo de un misterioso hombre que llegaba al pueblo para entretener a sus habitantes de la mejor manera posible. Ya fuera contando historias o haciendo trucos de magia, él siempre conseguía hacer que su público estuviese satisfecho.
¿Quién era este misterioso personaje? Bueno, se conocía en todo el pueblo con el nombre de “el señor Cabeza“. Su nombre viene de un número que siempre hacía antes de empezar. El señor Cabeza era un hombre elegante, vestido siempre con un traje negro formal, como si fuera un hombre de negocios; pero lo que más le caracterizaba era la gran caja gris que le cubría todo el rostro. Su espectáculo comenzaba depositando la gran caja que llevaba sobre sus hombros en una gran mesa envuelta con un mantel rojo, como las típicas mesas que utilizan los magos. Su cuerpo, una vez descabezado, habría una puerta de la enigmática caja. Y en ella se podía ver su rostro. Era el rostro de un hombre de mediana edad, de tez oscura y de rasgos asiáticos. Tenía un singular bigote, bastante parecido al que tenía el famoso pintor Salvador Dalí.
Con su cabeza una vez descubierta, empezaba el show. El señor cabeza tenía una voz serena y apacible. Los números que realizaba el señor cabeza eran bastantes variados, desde realizar trucos de magia hasta contar fantásticas historias que encandilaban a jóvenes y mayores por igual. El espectáculo del señor Cabeza nunca había faltado, todos los veranos iba al pueblo sin falta.
Sin embargo, un año ocurrió algo que hizo que el señor Cabeza no se volviese a ver, ni en ese pueblo ni en ningún otro.
El Señor Cabeza terminó su actuación y se disponía a irse  para volver la tarde del día siguiente. Siempre le pedía al público que cuando acabara la función nadie le molestase cuando fuera a recoger sus cosas. Todos obedecían aquella norma; pero un día, un joven llamado Manu, movido por la curiosidad y por presumir ante sus amigos, les dijo que iría y descubriría el gran truco secreto del misterioso mago.
El joven fue bastante sigiloso, esperó a que acabase el espectáculo y con cuidado de que el mago no le descubriera, aprovechó que estaba ocupado organizando su maletín para meterse debajo de la mesa. Manu esperaba encontrarse con alguna persona debajo, que era lo que él creía; pero no había nadie. No pasaron ni diez segundos cuando el niño sintió que dos grandes y fuertes manos le arrastraban fuera de la mesa. Era el cuerpo decapitado del señor Cabeza. Levantó al niño y lo puso delante de la mesa, donde estaba la cabeza cercenada del mago. Pero la expresión de su cara no era la del mago alegre y siempre sonriente que conocía, sino una expresión deformada por la rabia y el odio absoluto. Se dirigió al niño con una voz aterradora y cavernosa.
—Así que querías descubrir mi secreto, ¿verdad, chico? Bueno, pues te va a costar muy caro. Recuerda siempre esta frase: Un mago tiene como norma nunca dejar que su truco sea revelado. Y soy alguien que siempre respeta las normas, no como tú, pequeño desgraciado.
Al día siguiente nadie volvió a ver al señor Cabeza, ni nunca jamás lo volvieron a ver, convirtiéndose así en una leyenda del pueblo. Pero lo más inquietante fue que tampoco se supo más del pequeño Manu, quién nunca volvió del último espectáculo del gran señor Cabeza.

miércoles, 13 de julio de 2016

Poesía - Un mundo de cuerdos

Inútiles sonidos azotan nuestros oídos,
sonidos que van al compás del alegre viento,
que llevan a un mundo encogido
de chuscas habladurías y mentiras.

Ineptas palabras para mi mente
corretean por la calle polémica,
cual niños jugando alegremente
en la plaza de la alegría y la inocencia.

Mis oídos me arrastran hacía el silencio,
silencio escaso por las inconscientes lenguas
de aquellas gentes que no entienden el silencio
pero que si entienden todo lo que reciben de otras lenguas.

Por eso mi amigo que hace el sol más brillante
es el silencio en persona
más no siempre el que calla quiere otorgar
sino que piensa en los demás, calla y sigue adelantado.

El silencio es tirita para mis lastimados oídos,
por eso mi persona quiere siempre permanecer con mi amigo
porque tan solo somos unos locos
en este extraño mundo de cuerdos.

viernes, 1 de julio de 2016

Poesía - Un loco cobarde

La traición expulsa una risa diabólica
sobre mí ser fuerte e indiferente
a la vez que se insulta a mi alma melancólica
y animales estimulados atacan a mi preciada mente.

La incoherencia despliega sus negras alas
para volar sobre mi inquieta idea
y envolverme de normas que controlan masas
por haber razonado lo que a nadie molesta.

Ignoro si mi persona dará la mano
a la pura y bella soledad
pero aseguro que mi alma atará con cabos
la rabia, la idea y la libertad.

Seré piedra en un mundo demasiado social,
piedra hastiada que vive la vida sutil
en un ambiente sirviente del mal,
en inútil ataque que no se olvida de mí.

En un prado conquistado de amapolas
seré una noble seta venenosa,
indiferencia siento ante el trasero que destroza
todo el rojo prado como si fuese cualquier cosa.

La traición me llama banalmente cobarde,
la incoherencia me dice ser un loco,
cobarde es en quien no confía nadie
y loco… loco me vuelvo solo pensando un poco.