Ya aparece el
color del mar
sobre el fresco
cielo tempranero
aue asesina sin
razón ni piedad
el inquieto
sueño de un sudor en enero.
Ya conquista el
silencio la calle,
acompañado de
una brisa cómplice
mientras unos
ojos aguardan a que llame
la voz de un
tirano convincente.
Ya resuena
fresco un esclavo martillo,
que hace llorar
a una piel curtida
pecadora de su
propia mente.
Más la
hipocresía jamás desiste
en callar el
vuelo de tu mente
porque ya la voz
no existe
ya se ha ido
para siempre.
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