Simple cielo
lleno de la nada
que en silencio
cubres la osadía
de los ególatras
sin guía,
sumisos de la
ignorancia idolatrada.
Tísico árbol
tenue y deshojado,
que disimula
ante nuestros ojos fervientes,
que baila con el
viento impertinente
del nuevo
invierno apaciguado.
No alcanza
nuestra hipócrita visión
con canicas
furiosas y vanas
contemplar la
ausencia de ornamentación
Al igual que la
mente con canas
se enorgullece
de su antipática sumisión,
mientras persuade
a las ideas planas.
Rabia que fluye
por las venas de una mano,
mano oprimida
por el tiempo y la opresión
ejercida por la
exánime alma sin aparente razón,
y que hace
cómplice al silencio de un hermano.
Silencio
expulsado de una voz muda
obligada a estar
en el pupitre acosador
y sentada ante
el ineficiente orador
que sin pensarlo
a la hipocresía ayuda.
Mas persiste el
engaño en nuestra visión
con perspicacia
y gran tenacidad
como una falsa
serpiente actuando con sumisión.
A la vez la razón observa a la sociedad
que es incapaz
con su vana razón
de contemplar a
la ajusticiada humildad.
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