Cansados
ojos enfurecidos de miedo
son
los ojos que poseo en un día verde,
mientras
se arrodilla mi infame mente
ante
la afortunada jaqueca del dios heleno.
Mas
es sabio el claro cielo inmenso
que
acoge una pluma amablemente
del
alma del gorrión penitente
con
vuelo libre y sin miedo.
Mi
locura desea rozar los labios
de
la señora del árbol aceitunero
para
probar la dulzura de los de Olimpo hijo
Quisiera
saborear con mi oído austero
la
imagen de la razón que envidio
por
estar ausente en la ignorancia por completo.
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