La algarabía de las alas al volar
en el horizonte anaranjado del
cielo
que nadie osa con ojos castigados
mirar
preocupados de su propio
conocimiento enfermo.
Amplios aplausos retumban en mi
cabeza
mientras observo el humo de una
pistola.
Aplausos dirigidos a la ingrata
demagogia,
pistola que hace disparar balas
rotas.
Comenzamos el camino del dolor y la
tortura
sintiendo el acuñado frío de la
plata en la piel
mientras creemos en el gorrión que
vuela con soltura
y saboreamos el dolor como la miel.
Cuando pagamos nuestra deuda con la
guadaña
y caemos en el insólito placer de
la ignorancia,
observamos que el vano gorrión ya
no acompaña
a nuestra mente repleta de
idiosincrasia.
Una lágrima caliente cae en la
costera roca,
una manos se dejan caer sobre unos
cordones,
ojos que lloran viendo el realismo
en la maldita hora,
manos que se agachan como en la
noche los girasoles.
Nunca conoceré la satisfacción de
lo poco,
jamás la piedra de mi cráneo estará
acomodada,
porque el hombre vive sabiéndolo
todo
y muere sin saber nada.
Que buen poema. Lo hemos disfrutado mucho. Excelente.
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegro de que lo disfrutéis.
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