miércoles, 29 de junio de 2016

Relato - La maldición de Baby Blue

María se había reunido en su casa, con unas amigas, para pasar el rato y divertirse por la noche. Era un plan casi obligatorio, que todos los viernes hacían ella y sus mejores amigas. Las diversiones que se realizaban esos viernes por la noche variaban bastante. Podía ir desde ver una película hasta actividades más “arriesgadas”.
Esa noche, María y sus amigas se habían para hacer algo más emocionante de lo usual. Ella propuso hacer el juego de “Baby Blue”, un juego paranormal similar a “Candyman” u otros pero mucho más peligroso. Había copiado en un folio las instrucciones del ritual para realizarlo. Sin embargo, sus amigas no estaban a favor del ritual y se negaban a hacerlo. De modo que, ante la negativa de sus amigas, María se ofreció voluntaria para jugar a ese extraño juego.
María se encerró en su baño para hacer el ritual. El baño del piso de María era sin ventanas, lo cual era perfecto para hacer el ritual. La chica, aunque era valiente y osada por naturaleza, en ese momento sintió un escalofrío en la profundo de su ser. No obstante, esto no la paró, ya que no quería quedar ante sus amigas como una cobarde. Se armó de valor y comenzó con los preparativos.
Abrió el grifo del agua caliente, esperó hasta que el espejo del baño se empañara por el  vapor del agua. Después escribió con su dedo en el espejo empañado las palabras “Baby Blue”. Apagó la luz del cuarto de baño, haciendo que la oscuridad inundase todo, se situó enfrente del espejo, con los brazos colocados como si estuviera sosteniendo un bebé. El juego había comenzado.
En los primeros segundos, María no notó nada, hasta llegó a pensar que el juego era falso y estuvo a punto de abandonar. Pero en ese momento, notó un peso en sus brazos que iba poco a poco en aumento, hasta llegar al peso equivalente de un bebé. María estaba congelada, no se esperaba este resultado. De pronto sintió unas pequeñas, frías y húmedas manos recorrer sus brazos poco a poco, como si estuviera intentando escalar a la chica hasta llegar a su cara. A María le llegó un fuerte hedor putrefacto y nauseabundo. La chica no podía más, soltó a eso que estaba cargando y salió corriendo del baño, llorando. Sus amigas no sabían de lo que había sido testigo la pobre chica. Sus amigas se acercaron para ayudarla, y vieron con horror unos pequeños y extraños rasguños en los brazos de su amiga.
A la siguiente noche, María había tenido una espeluznante pesadilla. En su pesadilla ella estaba tumbada en la cama, no se podía mover. Al momento vio como algo estaba avanzando poco a poco en su cama, estaba gateando, pero la muchacha no pudo ver que era hasta que lo tuvo de frente. Vio con horror a un bebé, pero no era un bebé común. Era un bebé bastante terrorífico, era completamente azul y sus ojos completamente negros. María estaba siendo consumida por el terror, no podía ni gritar para pedir ayuda. Esa maligna criatura se paró a pocos centímetros de la cara de la muchacha y abrió su boca, mostrando unos horribles colmillos, y gritó. Era un grito espeluznante, no era como el de un bebé, era demasiado fuerte y agudo, como si cientos de demonios estuvieran gritando a la vez. La pobre chica se  despertó en medio de la noche, llorando por el pánico y el terror.
Pasó el tiempo y María olvidó esa horrible experiencia. Terminó la carrera de enfermería y se casó con Roberto, su novio que conoció en la universidad. La vida parecía que le sonreía, hasta estaba embarazada, esperaba la llegada de una niña. Sabían que nombre iban a ponerle: Verónica, el mismo nombre que la abuela de María. Pasaron unos pocos meses y llegó el momento del alumbramiento.
El parto estaba siendo muy difícil y arriesgado. Duró nueve horas y el personal sanitario no pudo hacer nada. El parto había sido un fracaso, no pudieron salvar ni a la madre ni a la hija. María murió en el parto y su hija, quién iba a tener por nombre Verónica, había nacido muerta. Su pequeño cuerpo estaba completamente azul y sus diminutos ojos eran completamente negros, como la profunda oscuridad del abismo.

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